Agujeros negros anteriores
al Big Bang
expande y se contrae periódicamente, entonces
algunos agujeros negros podrían sobrevivir de un rebote a otro, llevando Un
nuevo estudio, recién publicado en ArXiv.org sostiene que, si realmente vivimos
en un Universo cíclico, que se consigo una valiosa información sobre etapas muy
anteriores al Big Bang.
Los agujeros negros son
regiones de espacio en las que la gravedad es tan fuerte que nada, ni siquiera
la luz, puede escapar. Normalmente, estas tenebrosas estructuras se forman
durante el colapso gravitatorio de estrellas muy masivas, incapaces,
literalmente, de soportar su propio peso y comprimidas hasta un único punto por
su propia fuerza gravitatoria.
Pero hay
otra clase de agujeros negros, los que llevan ahí desde el principio mismo del
Universo. Y estos agujeros primordiales son, creen los cosmólogos, restos del
denso caldo de materia original, a partir del que todo el Universo se expandió.
Algunas partes de esa sopa primigenia debieron de tener, con casi total
seguridad, la densidad suficiente como para formar agujeros negros. Después, a
medida que el joven Universo se fue expandiendo, éstos se dispersaron.
Entre otras diferencias con los demás, los agujeros
negros primordiales tienen la característica de ser mucho más pequeños que los
que se forman a partir de la muerte de estrellas. Y aunque aún nadie ha podido
ver con sus propios ojos (o instrumentos) un agujero negro primordial,
conocemos su existencia a partir de lo que sabemos que sucedió en los primeros
instantes de vida del Universo.
Sin
embargo, los Cosmólogos llevan ya años pensando muy seriamente en otra clase de
acontecimientos: los que sucedieron "antes" del Big Bang. Y una de
las ideas más extendidas al respecto es la de un Universo cíclico, uno que
surge de un Big Bang, se expande, frena, se contrae y termina de nuevo en un
único punto, un Big Crunch. Una secuencia de acontecimientos que pueden
repetirse una y otra vez.
En su estudio, Bernard Carr, de la Universidad Queen Mary
de Londres, y Alan Coley, de la de Dalhousie en Canadá, se preguntan qué es
exactamente lo que sucedería en un Universo así justo antes de la contracción
final (el "Crunch " ). Por un lado, un Big Crunch genera una
singularidad que a su vez es el origen de un nuevo Universo.
Pero Carr y
Coley creen que, en determinadas circunstancias, los agujeros negros que tengan
una cierta masa pueden evitar ese destino fatal y sobrevivir a la contracción
final. Y según sus cálculos, los rangos de masas en los que esto es posible va
de unos pocos cientos de millones de Kg. hasta aproximadamente la masa del Sol.
Es decir, más o menos la que tendría un agujero negro pequeño. Y también, a
pesar de no haberse detectado aún ninguno, un agujero negro primordial.
Según lo que sabemos sobre los agujeros negros, los muy
pequeños deberían evaporarse en un espacio de tiempo relativamente corto, y
terminar su existencia en una violenta explosión de rayos gamma. Algo que aún
no se ha detectado, aunque algunos investigadores creen que ese podría ser
precisamente el origen de las violentas explosiones gamma (GRB) que los
telescopios detectan de cuando en cuando.
La
principal consecuencia del estudio de Carr y Coley es que podría haber en
nuestro Universo objetos que son anteriores al Big Bang. Encontrarlos puede
convertirse en uno de los próximos objetivos de la moderna Cosmología
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